Nos enfrentamos a una peligrosa epidemia de proporciones épicas. Las enfermedades crónicas son ahora un indicador del estilo de vida moderno. Las enfermedades cardíacas, la obesidad y otras enfermedades de por vida están cobrando un precio cada vez mayor, pero no tenemos que dejar que continúen sin control. La Medicina Sistémica tiene el poder de revertir las enfermedades crónicas o prevenirlas por completo.
El enfoque de la medicina sistémica: cómo (y por qué) funciona.
Las enfermedades crónicas están aumentando en el mundo a un ritmo alarmante. Seis de cada 10 adultos tienen una enfermedad crónica y cuatro de cada 10 tienen dos o más afecciones. Nuestra esperanza de vida ha disminuido, por tercer año consecutivo, y las enfermedades cardíacas y el cáncer son las principales causas de muerte. Se prevé que el costo global del tratamiento de enfermedades crónicas alcance los 47 billones de dólares para el año 2030, a menos que se pueda hacer algo para detener esta epidemia. Ahí es donde entra en juego la Medicina Sistémica.
La Medicina Sistémica es un enfoque basado en sistemas, colaborativo y centrado en el paciente para la atención médica. Al utilizar estrategias de salud para alinear nuestros cuerpos más estrechamente con nuestro medio ambiente, cambia el enfoque de tratar las enfermedades a medida que ocurren para prevenir que se desarrollen en primer lugar. El enfoque de la Medicina Sistémica se ocupa directamente de la causa subyacente de un problema de salud y trata a cada paciente como un individuo único y completo. Los profesionales trabajan junto con entrenadores de salud, nutricionistas y otros terapeutas para apoyar a los pacientes en su camino hacia el bienestar.
Si bien el enfoque de la Medicina Sistémica se trata de prevenir o revertir enfermedades crónicas, el enfoque convencional se centra en el manejo de enfermedades. En lugar de fomentar la verdadera salud, los médicos convencionales simplemente diagnostican una enfermedad y tratan de suprimir los síntomas con medicamentos recetados. Esos medicamentos rara vez abordan la causa raíz del problema. En cambio, enmascaran los síntomas y, a veces, incluso suprimen las funciones corporales vitales, lo que provoca efectos secundarios no deseados y prescripciones adicionales para tratarlos. Esto crea efectivamente pacientes de por vida y nunca resuelve la causa subyacente de la enfermedad.
Así es como suele funcionar en la atención médica convencional: una persona con presión arterial alta, por ejemplo, se sentaría a una cita de 10 minutos con un médico y se iría con una receta para un nuevo medicamento. Después de eso, estará sola hasta su próxima cita. En cambio, un practicante de Medicina Sistémica se tomaría el tiempo para descubrir qué estaba causando el problema antes de determinar qué dieta, estilo de vida e intervenciones ambientales lo abordarían. Luego, desarrollaría un plan de tratamiento individualizado junto con entrenadores de salud y otros profesionales capacitados para apoyar a su paciente mientras toma medidas para mejorar su salud cardiovascular. Ese enfoque conduce a resultados profundos y duraderos para los pacientes y una mayor satisfacción para los médicos.